La poesía vino a mí
como al violado alhelí,
oblonga y en carmen fragante;
con su belleza nazarí,
entre dos luces incesante,
a solas me espiga y me enjambra,
me tumba y en cueros, durante
la letanía de la zambra,
me hace el amor y me alhambra.
Como retruécano horadado
la pelvis se acoge a sagrado
al pinchar en carne sin hueso
hueso sin carne innominado;
recién proscrito y ya hecho preso,
los grilletes y la cadena
son eslabones del proceso
que por su gusto se condena
a media ronda o una novena.
Tutéame amor manchego,
acaríciame la mente,
tú y yo, solos, sin gente,
en suerte libres de apego.
Y por favor te lo ruego:
acércate y dame un beso
perpetuamente travieso,
padre de sueños en celo,
que enlace en húmedo anhelo
nuestro amor de carne y hueso.
A tus manos va mi vida…
herida
a tus ojos mi figura…
futura
y a tus pies el universo…
en verso
¡Musa y señora anhelada!
¿a cuál poeta disperso
sin manco brazo converso
de tenerte por amada?
«Herida futura en verso»
Hincando el verso a los dientes,
epíteto en escabeche:
incisivos permanentes
pueblan las mellas yacientes
de los mamados en leche;
cuyos caninos parientes,
entre levante y lebeche,
padecen incontinentes
la décima de recientes,
molares y mala leche «…que…»
Cuando brillan por ausentes
(los dientes)
…no quedan ni los más pillos
(colmillos)
…y apenas dejan estelas
(las muelas)
…devanando hasta las telas
al final del ovillejo
solo necesita el viejo:
dientes, colmillos y muelas.
La salud no lo es todo,
pero casi que sí.
Aire, alimento y,
juntos codo con codo,
a la herida iodo,
y simiente al bancal…
El pan y agua y la sal,
frutos, pasas, verdura,
miel, sidra, embocadura,
y a correr el nadal.
Patrimonio de uno
solo es la lucidez,
sin más ni otro jaez.
Pan y cebolla ayuno,
deporte de consuno;
gran placer, afición…
Puro amor e intuición.
Lo demás todo es nada,
la mejor aliada,
y un digno colofón.
Cuando corre el verso por el soneto,
se intuye lo inefable en la sin hueso,
se estremece el alma contra el seso,
…y vuela metáfora el alfabeto:
Donde todo y nada es siempre secreto,
y el perpetuo origen por fin un beso,
un beso, como el que de amor ha preso
dos calaveras en un esqueleto.
Porque cara a cara frente al reflejo,
sueña la vida muy antes de luego,
a la hora, de dentro de el espejo.
Y como tronera testada al ciego,
comparte la soledad de un bosquejo,
en el exilio orbe, a la luz de un pliego.
—Y después de entre luces,
con emoción a la cola y sin mengua
de coraje: ¡a todo trapo de lengua!
La lengua española sobre la faz de la Tierra
es el continuo vivir sobre el país de las dos Españas:
El arroyo de la Hispania fenicia y la acequia del Al-Ándalus árabe.
Castellano es el andar latino con aroma griego
por la vega ibera con su brío celta en guardia visigoda.
Español es un chalao gitano buscando chatarra vascuence
entre el chubasco galaico-portugués y el fango catalán.
E hispanohablante es el que pide cacao indígena en un bar inglés
al paso de una cabalgata italiana, bien al trote alemán,
bien al galope francés.
Encomio la sangre del pueblo
en el hombre y mujer modesto,
en la gente sencilla al trato
que vive sin falta ni empeño
la sudor del pan y del palo
al amor del hogar divino
o en el lugar del trabajo,
cada uno en su justo oficio
o a su manera y capricho.
Afanándose con ahínco
en el cotidiano principio,
por suyo y menester al cabo
o en el nombre de sus hijos,
haciendo de virtud milagro
el curso y humano éxodo
que en valor a salud grato
con jugándolo en el colegio
nos viene de abuelos a nietos.
Progenitoras raíces vitales,
descendientes surgidas del amor,
amamantadas de humano sudor
por ubérrimas tierras sin iguales.
Nutren al tenaz tocón a raudales,
al pudoroso torso en su interior,
voz de anulares huellas de esplendor
y experto apoyo de brazos troncales.
Originarios miembros vacilantes,
responsables perennes y caducos,
miman párvulos albores de celo.
Aureola altiva entre efluvios errantes,
en noctámbulo amanecer so lucos,
en amor y compaña vuela al cielo.
¡Muda! Árbol abuelo:
sé enérgica leña, abriga el invierno;
sé papel de libro, sabio y eterno.
El sexo y la sexualidad
corren parejas sin igual
cuando el macho y la hembra
gozan del instinto animal
con el candor que asemeja
una criatura inocente
a la fiera que se entrega
o al semental que se somete
para perpetuar la especie.
Ambos a dos se pertenecen
el uno al otro para siempre
en lo que dura la existencia
de conocerse mutuamente
en la común lucha sin tregua
por la sucesión natural
que alimenta la vida nueva
desde el principio hasta el final
en aras de la igualdad.
Si desde un punto de vista
científico Dios es un
cero a la izquierda, según
el culto monoteísta
la ciencia no está provista
de la autoridad moral
para juzgar bien o mal
aquello que no predica,
pues no crea que fabrica
el cero o uno digital.
En cueros sincero, soberbia hechura,
recias carnes a piel recién nacida.
Entero de huesos, cabeza traída,
rebelde el pelo y mechón en ventura.
De ojos linces contra nariz segura,
tiernos labios, ubres, lengua sabida;
diestro brazo en ante mano tendida
y firmes piernas al pie de la altura.
Orejas pardas, solas y ninguna,
verdinegra mirada entrecruzada
en faces melosas como la luna;
y andares entre polvo y alborada,
dechados en la pasión y en la cuna,
a imagen de una huella en la almohada.
En trovando Santa Bárbara el trueno,
el derramo de la cara del moro
crisma en agua regia y fulminante oro
la alborada de Al Gazí el sarraceno.
Rehén de la infiel Doña Inés del Cieno,
a la sombra del Castillo Meteoro
es a la mar y a la luz un tesoro
la belleza del harén nazareno.
Radiante luna… la del medio cielo,
ramblar tronero… hasta el copete lampo,
y ungiendo el mar… mozárabe riachuelo.
Gloria a la fe del surcado campo,
a la semilla del fruto canelo,
y a la primavera del almendro ampo.