Los sonetos del Prado

( Hacia 1580 )
[ El caballero de la mano en el pecho ]
de El Greco

   ¡Por Dios, os doy mi palabra de honor,
viéndoos de frente a la palestra,
de no haber figura como la vuestra
en todo el orbe alrededor!

   ¡Voto a tal, que sois mi valedor,
como empuño oro y sangre a la diestra,
envainando a la discreta siniestra
la gorguera del alma en su albor!

   Encarnáis al hidalgo castellano
de solar conocido coro a coro,
sobrio, elegante, distante y cercano.

   Sois el vivo retrato del decoro,
de la oscura tradición del temprano
al más grande español del Siglo de Oro.

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( 1656 )
[ Las meninas ]
de Velázquez

   Retrata Don Diego al pueblo español
en la villa de Madrid, en la sala
Príncipe del Alcázar nos regala
a su paleta y a la luz del sol

   la especie humana en su crisol,
mientras la infanta enana se iguala
con el bufón y el mastín a escala,
y las dos doncellas en su arrebol

   muestran en silencio la maestría,
que guarda el ama con real pudor,
debajo del mito y la alegoría;

   pues en este lienzo atronador,
si no el reflejo de la monarquía,
la llave la tiene el espectador.

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( Hacia 1650 )
[ Sagrada Familia del pajarito ]
de Murillo

   En el taller de José el carpintero,
su esposa María con buen palmito
mira a su hijo Jesús pequeñito
mientras devana lana con esmero.

   En el amor del hogar verdadero,
jugando alegre con el perrito
empuña el niño un pajarito,
símbolo y presagio de buen agüero.

   ¡Qué bonito que canta la caladre,
cómo ameniza, con qué regocijo!
¡Qué encantada disfruta la madre

   con el ladrido infantil del canijo!
¡Y qué joven y guapo y apuesto el padre
y cómo se le parece a su hijo!

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( 1820-23 )
[ Perro semihundido o «Perro a medias» ]
de Goya

   En la conocida Quinta del Sordo,
donde el revoco en la pared se apoya
pintó Don Francisco de buena boya
sobre los muros secos de a bordo.

   Navegando al luciente zamordo*,
de entre las Pinturas Negras de Goya
el «perro a medias» a la luz aboya
sobre el lienzo enmarcado en el transbordo.

   En la soledad del ocre entreoscuro,
luchando contra la corriente no
pudo, ni puede ni podrá seguro

   vencer la libertad extrema a lo
bello en su enigmático conjuro.
«Compañía de dos, mi perro y yo.»

Zamordo*: Cabezón, porfiado, duro de oído.

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( 1548 )
[ Carlos V en la Batalla de Mühlberg ]
de Tiziano

   Enjaezado de espuela a cimera,
el caballo de batalla exhala
no, sino el alba, su corveta en ala,
su muy devota armadura guerrera,

   y el Toisón de Oro que a la Orden venera:
Pretium laborum non vile, «No es mala
recompensa por el trabajo», en gala
a la grandeza del pueblo que impera.

   El que con Dios habla en español
y a su caballo reza en alemán
y a hombres y mujeres en su crisol

   les habla de paz en romance tan
francés como italiano en su arrebol
morado por la gloria de su afán.

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( 1490-1500 )
[ Tríptico del Jardín de las Delicias ]
de El Bosco

   En gris el orbe abierto o cerrado
en la palabra de Dios al derecho:
«Él mismo lo dijo, y todo fue hecho»;
«Él lo ordenó, y todo fue creado»…

   Con Adán y Eva en el Edén soñado
y el árbol de la vida satisfecho
por la fuente que conoce en su lecho
el bien, el mal, la virtud y el pecado.

   En el Jardín desnudo y lujurioso,
como irracional y moralizante,
tan en exceso animal y pasmoso.

   Al infierno onírico y aberrante,
como satírico y misterioso,
tan imaginario y fascinante.

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( 1630-35 )
[ Las tres Gracias ]
de Rubens

   Hijas de Zeus y la oceánide diosa
Eurínome, la paloma naciente
que puso el huevo de lo existente,
las tres cárites a cuál más graciosa,

   al servicio de Afrodita amorosa:
la bella Aglaya, resplandeciente,
la venturosa Talia, floreciente,
y la alegre Eufrósine, gozosa.

   En corro junto a la fuente fluyente,
entre el paisaje boscoso y cerval,
bajo un velo de agua transparente:

   La fértil naturaleza sensual
en la carne mórbida y turgente
de la virginidad pura e inmortal.

Reseña del libro

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